Las inyecciones intravítreas, es decir, la inyección de medicamentos directamente en el globo ocular, son la forma más exitosa hasta el momento de tratar diversas enfermedades oculares. Permiten dirigir el medicamento donde más se necesita (el interior del ojo), evitando su paso por el tubo digestivo del paciente y los efectos sistémicos que podría tener1.
Muchas personas pueden sentir aversión por el hecho de clavar una aguja en el ojo, pero las inyecciones intravítreas son el fruto de muchos años de investigación y han demostrado ser un procedimiento eficaz, indoloro y seguro, que permite que los medicamentos alcancen la concentración adecuada en el interior del ojo1,2.
Este procedimiento se utiliza ampliamente en gran número de enfermedades oculares, como la oclusión de la vena retiniana (OVC), el edema macular diabético (EMD), la inflamación ocular (uveítis) y la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), siendo esta última la patología en la que más se usa este tipo de tratamiento1,3
La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es una patología ocular que afecta a la mácula (la zona de la retina que se encarga de la visión de los detalles y el contraste de las imágenes). Con la edad, esta zona, que está localizada en la parte central del fondo del ojo, puede verse invadida por pequeños depósitos de desechos del funcionamiento del ojo. Los depósitos son principalmente lipoproteínas y se llaman drusas. Al principio, las drusas son pequeñas y en pequeña cantidad y no afecta a la visión. A esta fase de la DMAE, que es progresiva, se llama DMAE seca4,5.
Pero con el paso del tiempo, empiezan a desarrollarse en la mácula una serie de vasos sanguíneos defectuosos que van invadiendo esta parte de la retina. El mal funcionamiento de estos vasos permite el escape de líquido. La proliferación de los vasos defectuosos va formando un ovillo vascular que va invadiendo la visión del enfermo hasta que obstaculiza totalmente su visión central. Es la fase más avanzada de la enfermedad, llamada DMAE húmeda, y que causa la mayor parte de los casos de ceguera o pérdida de visión en los mayores de 65 años en nuestro medio4,5.
La DMAE húmeda se debe a un mal funcionamiento del Factor de Crecimiento Endotelial Vascular (VEGF) que es la proteína que se encarga en nuestro organismo de regular la formación y mantenimiento de nuevos vasos sanguíneos (angiogénesis) 4,5.
Como la causa de la DMAE húmeda es la mala regulación del VEGF, el tratamiento se dirige a inhibir su funcionamiento o a bloquearlo. Para ello, desde 1990, cuando se descubrió el primer anti-VEGF, se ha desarrollado una auténtica familia de fármacos que controlan este factor. Esos fármacos son conocidos como antiangiogénicos6–8.
Los antiangiogénicos usados para el control de la DMAE pertenecen en su mayoría a un tipo de fármacos llamados anticuerpos monoclonales. Estos son similares a los anticuerpos que genera nuestro sistema inmune, pero con capacidad de atacar sólo una molécula concreta, en este caso el VEGF6–8.
Las inyecciones intravítreas se aplican en un espacio adecuado (en algunos casos la propia consulta) que ofrezca garantías de asepsia. Se comienza dilatando la pupila del paciente y pidiéndole que se tumbe boca arriba en posición cómoda9,10.
Se realiza una limpieza exterior e interior de los ojos y se aplica un anestésico local en el ojo a tratar. El ojo se mantendrá abierto mediante el uso de un espéculo ocular9,10.
A continuación, se pide al paciente que mire hacia el otro ojo y se procede a inyectar el fármaco elegido, previamente cargado en una jeringa de aguja fina, a través de la esclerótica (parte blanca del globo ocular) hasta el humor vítreo9,10.
Finalmente se lava el ojo con suero salino9,10.
A pesar de la aprensión que puede causar la inyección de fármacos directamente en el ojo, las inyecciones intravítreas no causan dolor, aunque el paciente sentirá presión provocada por el mínimo aumento de volumen del interior del ojo9,10.
Generalmente el tratamiento comienza con una inyección mensual durante al menos 2 o 4 meses. Seguirá un periodo de evaluación en el que el médico comprueba el efecto del tratamiento midiendo si se gana agudez visual y en qué medida.
Pueden aparecer molestias pasajeras como sensación de arenilla, un leve y breve sangrado o la visión de moscas volantes. Las molestias serán pasajeras y desaparecerán a los pocos días9.
Se puede recomendar el uso de lágrimas artificiales en monodosis. Además, el paciente no deber frotarse los ojos, nadar o maquillarse durante 3 a 7 días tras el procedimiento9. Si el paciente sintiera dolor, enrojecimiento o cambios en la visión debe acudir al médico9.
Las inyecciones intravítreas pueden conllevar ciertos riesgos como alergia a algún componente utilizado en el procedimiento, incluso al mismo medicamento, enrojecimiento del ojo y en muy raras ocasiones, infección8.Las inyecciones intravítreas pueden conllevar ciertos riesgos como alergia a algún componente utilizado en el procedimiento, incluso al mismo medicamento, enrojecimiento del ojo y en muy raras ocasiones, infección8.
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Bibliografía:
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