Cáncer de mama: la historia de Marta

Marta

He aprendido a bloquear ciertos pensamientos

Su gato, su hermano y su cuñada fueron algunos de sus cobijos durante cinco años de tratamiento.

Año 2009. Marta tenía 38 años. Acababa de volver a España después de trabajar dos años en Polonia. En una revisión rutinaria le detectaron un tumor de mama. La operación permitió confirmar su malignidad. Fue el principio de una tormenta que incluyó quimioterapia, radioterapia, cinco años de tratamiento hormonal y la entrada en un ensayo clínico.

He sido una paciente con mucho miedo. No llevo bien las incertidumbres y esta es la realidad de la enfermedad. He ido aprendiendo poco a poco a bloquear algunos pensamientos

La etapa inicial de shock, seguida de un periplo inacabable de médicos y análisis, la lidió con el apoyo de su hermano y su cuñada.

Con Cristina, su amiga y compañera de trabajo, lloraba y, sobre todo, reía cuando había pocos motivos para hacerlo.

El momento más duro fueron los seis meses de quimioterapia. Cristina fue como una hermana que vino a ayudarme en el momento que más lo necesitaba. Luego se marchó a Jerez pero sigue siendo una de mis mejores amigas y la persona que más me hace reír.

Otros refugios de aquellos días fueron también sus médicos, Juanjo, Miguel y Yolanda.

Cuando fui por primera vez al Hospital Gregorio Marañón y vi a Miguel ya sabía que era una eminencia. Luego he podido confirmar que es alguien extraordinario a nivel humano, que está ahí más allá de horarios, siempre dispuesto a explicar y resolver dudas. Le tengo un cariño especial.

Otros cobijos fueron su gato, su compañero durante 13 años y la música cañera. La escuchaba cuando cogía el autobús de vuelta a casa tras los ciclos. Ahora admite que le cuesta escuchar la lista de Spotify con aquellas canciones.

Marta fue una paciente miedosa, pragmática, obediente y, a su manera muy estratégica.

Si iba a tener efectos secundarios, tipo cansancio asociado al tratamiento, pues que al menos pareciera que es por otra cosa. Con esa idea me apunté a pilates e hice algo de deporte. También, viviendo sola, me vino bien montarme un pequeño jardín.

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