Me refugié en mis amigos, mi cuñada es como una hermana para mí
Hace una década y media larga el cáncer de mama se cruzó en la vida de la periodista Gemina
Gemina recuerda con precisión las fechas: el mes en que ella misma notó que algo no iba bien, el mes en que llegó el diagnóstico definitivo, el mes en que la operaron… Periodista especializada en salud fue consciente de que el panorama no era el mejor posible.
Tras algunos bandazos, recaló en la consulta de la doctora Eva Ciruelos en el Hospital 12 de Octubre de Madrid, responsable de los diferentes y prolongados tratamientos –quimio, radio, terapias biológicas- que recibió tras la cirugía. Un proceso largo y complicado -una tormenta en toda regla- que tuvo un feliz final: superó la enfermedad y tiempo después se quedó embarazada de su primer hijo.
Durante la enfermedad, a Gemina le funcionó un consejo de la doctora Ciruelos: recuperar las rutinas.
Incorporé el cáncer a mi vida. Me sirvió seguir escribiendo y hablando con los compañeros. Aun sabiendo que no podía hacer jornadas normales, me esforzaba por no sentir que el cáncer me había expulsado de mi vida.
En ese esfuerzo fueron fundamentales algunos refugios.El principal, sin duda, fueron algunos amigos.
Entre las muchas personas que tuve cerca, la mujer de mi único hermano, mi cuñada Cristina. Vive fuera de Madrid pero estuvo a mi lado cada vez que recibía un ciclo, llegaba una revisión o el resultado de una prueba. Es más que una cuñada, es mi confidente, es como una hermana para mí.
Otros cobijos fueron la fe, la música y los libros.
Con los libros me trasladaba a otros lugares. El poder de la imaginación te ayuda a escapar un rato de la realidad.
Durante la enfermedad Gemina también amortizó más que nunca las zapatillas deportivas que gastaba por entonces y se pateó Madrid sin dejarse un pedazo del centro por explorar.
Descubrí rincones preciosos en La Latina, Atocha o el barrio de Las Letras.
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