Belén pasó de visitar la consulta hospitalaria de especialistas en cáncer de mama como empleada de Roche a hacerlo como paciente.
A diferencia de la mayoría de recién diagnosticadas, conocía datos de incidencia, sabía el pronóstico de los distintos subtipos tumorales y disponía de información sobre las opciones de tratamiento disponibles.
Pasado el tiempo, Belén reconoce que para ella nunca fue una prioridad la cuestión estética tras la mastectomía y recuerda su obsesión por cumplir todos los ciclos prescritos de quimioterapia y por “curarse, curarse, curarse”.
Su hijo, al que siempre tuvo informado al detalle y con la mayor naturalidad, fue su principal refugio y su máxima preocupación.
De hecho, encendía diariamente el ordenador. También activaba la mente realizando tareas ajenas a la enfermedad como la lectura y los sudokus.
Pese a no haber dejado de experimentar todos los posibles efectos secundarios, hoy acude a las revisiones tranquila y confiada, con esa actitud optimista con que afronta todo.
Belén decidió no ponerse la peluca que le regaló su madre y dar uso a todos esos pañuelos maravillosos que puedes combinar con la ropa y a los que sumé una estupenda colección de sombreros.
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